la femme sans fracas

l'expo pour oviedo est toute empaquetée !

il y a même quelques t-shirts !!

et maintenant je stresse et imagine tous les scénarios-catastrophes :

que je rate l'avion, que mon sac d'oeuvres se perde dans les aéroports, que tout soit écrasé, écrabouillé, que je n'aie pas le temps de finir le montage avant le vernissage, que ce que j'ai imaginé ne fonctionne pas, que ça soit moche et raté, que..., que....et encore que......

bon, je continue d'angoisser encore quelques heures, et je vous raconte au retour...!

et en avant-première le texte de Guadalupe Esquinas pour le catalogue :

CON ZAPATOS DE TACÓN MEDIO DE COLOR CORAL.

A propósito de Catherine Grangier y su exposición “La femme sans fracas”

El mundo es íntimo y minucioso como las migajas que componen una mujer. En silencio no se escucha el estruendo de una casa que puede hacerse pedazos con solo un primer plato que se rompa con violencia. El mundo es una casa adonde una mujer mira como al interior de una caja de cartón, recubierta con papel al gusto de cuidarla para ser bonita; y el papel se extiende cuando traspasa a través de los ojos, expande sus motivos vegetales por la circulación del cabello y recorre los mecanismos del cuerpo por debajo de la piel, que se viste de costura con el mismo estampado de fondo. En el silencio se escucha la música breve, una delación de otro imaginario más allá del que supone la casa como un refugio, un escondite obligado, impuesto y supeditado a paredes cerradas donde la mujer es casa a lo femme maison de Louise Bourgeois. Esta mujer, en cambio, sujeta sus paredes pero lee en ellas el poema Ode à Eugénie Grandet y pronuncia todas sus palabras que sustentan el ser convertido en concatenación de acciones domésticas, subyugación y recato social; esta mujer come sobre los fragmentos escritos en sus platos y los friega, los rompe, los une y se replantea qué hacer con los posibles pedazos. Catherine Grangier, o esta mujer, utiliza también su menaje para ilustrar sus propias tareas y escenas domésticas que son “petits fracas quotidiens” donde el fracaso es el mismo silencio animado en una secuencia visual y sonora.

El mundo es el resquicio poderoso que permite adentrarse en su imaginario y transmitirse a la sociedad, mediante una delicadeza aguda, crítica, a veces absurda, irónica, exquisita en el uso del lenguaje y las palabras; este resquicio puede tomar la forma de un desagüe, del interior de una lavadora en funcionamiento, de gotas y otras gotas o de agujeros de succión que transforman y devuelven distintas naturalezas.

La punzada o “tweet” fugaz permanece y se instala en su juego con otra vida distinta que se le escapa, pero que agarra también con sus manos siendo siempre el “alma de casa” capaz de transformar su entorno. Y así otros telares conforman su vestuario, la envuelven en un sueño o una pesadilla tranquila tornada a sueño otra vez. El mundo es una casa y salir afuera no supone abandonar su obligación de colocar un mantel sobre la hierba, la que sostiene el peso de sus rodillas mientras quieta se sacrifica como una modelo que no luce un traje de armario que la muestre, aunque su vestido realza su torso discretamente y permite desafiar el límite del largo .

Las imposiciones se imprimen en un fondo con los utensilios cortantes, las tijeras y cuchillos de distinto grosor y distintas hojas, como las hojas de una orquídea que la pudieran etiquetar en la persecución de un ideal, al que ella no rinde culto, ella solo las diseña y dibuja vegetaciones posibles donde respirar y escenificar su hogar como su casa.

El mundo es sereno, contradictorio y recreativo de dudas y batallas, de conciliación y deseos, en un juego de ménage convocado desde el sonido tímido y firme que emiten unos zapatos, los zapatos sobre los que Catherine Grangier fabrica un imaginario único por el que asomarse a nuestra realidad cotidiana.

Guadalupe Esquinas